miércoles, 19 de enero de 2011
jueves, 6 de enero de 2011
DANIEL BARRERA
Weisses es un homenaje a la primera mascota que tuvo el autor, un Gigante de los Pirineos que nació con la peculiaridad de no tener cola, lo que lo hizo agresivo y aguerrido.
En medio de un ambiente onírico, el espacio en el que el cuadro se desarrolla recuerda a una casa vieja. De un cuarto sale una niña con cara de incertidumbre y miedo que parece ser acosada por la figura que se encuentra al otro extremo, formando así un equilibro en la composición del cuadro: de un lado una figura casi angelical y del otro una sombra.
Esta casa vieja es el motivo de un sueño recurrente de Daniel, un espacio viejo y gastado con muchos rincones en donde el polvo puede juntarse. Llena de recuerdos y temores, la casa simboliza en el sueño al propio individuo que guarda en su interior historias y momentos que se pierden dentro del laberinto mental.
Ahí en el centro se encuentra el recuerdo del perro que fue compañero y amigo, retratado en un pequeño espacio de luz en contraste con los colores lúgubres y depresivos del interior de la casa. Daniel cuenta que la pérdida de su mascota fue dolorosa, ya que murió en medio de un asalto al recibir balazos fuera de su casa.
Así, el motivo central de este cuadro es ese perro que se asoma por la ventana y parece sonreír, un recuerdo agradable que le resta importancia a todo lo de alrededor y de cuyo nombre, Weisses (del alemán Blanco), la obra toma su nombre.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)